Buen momento para orar

La sala de espera del centro oncológico donde me senté estaba llena de pacientes y cuidadores. Una mujer entró empujando a una joven en silla de ruedas que parecía ser su hija. La mujer se sentó a mi lado y estacionó la silla de ruedas justo frente a mí. Lo primero que pensé fue: «¡Pero qué falta de cortesía! Ni siquiera puedo mover los pies o levantarme». Pero me mordí la lengua y no dije nada.

Poco después, me di cuenta que la joven había sacado su devocional y leía un artículo titulado «Acércate a Dios». Inspirado, abrí mi teléfono móvil y yo también empecé a leer mis devocionales. El primero se centró en Mateo 18:20 y el segundo, en Santiago 5:13.

Mi estado de ánimo cambió cuando miré alrededor de la sala de espera y pensé: «¿Quién en esta sala llena de pacientes y cuidadores no está sufriendo?». Cuando comencé a orar en silencio, me pregunté cuántos otros estaban haciendo lo mismo. Podía sentir la presencia de Dios con nosotros y sabía que Dios estaba escuchando nuestras oraciones. En cualquier momento y en cualquier lugar, Dios se unirá a nosotros en oración.