Whitney R. Simpson | Leer Jeremías 31:7-9
¡Cantad con alegría! ¡Gritad! ¡Alza la voz! Esta invitación puede sonar como un recuerdo de la mañana de Navidad con sus hermanos, hijos o nietos demasiado emocionados. Pero este pasaje invitaba al pueblo de Israel a alabar en un momento inesperado: después del exilio. Cantar, gritar y alzar la voz...
Dios santo, protégeme y dame consuelo. Ayúdame a sentirme cerca de ti mientras tarareo o canto, ofreciéndote mi alabanza y mi acción de gracias. Amén.
Jeremías da una noticia feliz, una promesa del Señor de un día futuro más luminoso. Dios devolverá a los pueblos dispersos de todas partes a su patria y su luto se convertirá en gozo. El salmista anima a los habitantes de Jerusalén a alabar a Dios por todo lo que ha hecho. Dios da protección, paz y la ley a los hijos de Israel. El autor de Efesios anima a sus lectores con confianza en el plan eterno de Dios. La voluntad de Dios era enviar a Cristo y adoptarnos en la familia de Dios. Hemos sido sellados con el Espíritu Santo. La apertura a Juan nos ayuda a comprender el alcance eterno del plan de Dios. Desde el principio, el Verbo ha estado con Dios, pero luego se hizo carne y vive entre nosotros para revelar la gloria divina.
-Lea Jeremías 31:7-14. Piense en quienes viven exiliados de su hogar o de sus relaciones familiares. ¿Cómo podría compartir las palabras de Jeremías sobre el consuelo de Dios?
-Lea Eclesiastés 3:1-13. ¿En qué etapa de su vida se encuentra? ¿Por qué ora en esta temporada?
-Lea Juan 1:1-18. ¿Qué significa para usted que la luz verdadera ilumina a todos?
-Lea Efesios 1:3-14. ¿Cómo puede vivir su vida cotidiana desde la perspectiva del tiempo cósmico de Dios? ¿Cómo alabará a Dios?
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