Benjamin J. Dueholm | Leer Hechos de los Apóstoles 16:9-15
¿Alguna vez ha sido receptor de una hospitalidad impulsiva o inesperada? Cuando era un joven maestro de inglés en Taiwán, una madre de dos hijos me ayudó a rescatar mi tarjeta de crédito de una cabina telefónica que no quería devolverla. Antes de darme cuenta, estaba de turismo en su...
Dios de los obsequios inesperados, ayúdame a recibir con gozo incluso mientras anhelo dar con gracia. Abre mi corazón a aquellos que están en posición de hacerme el bien, y ayúdame a recibir como si fuera de tu propia mano. Amén.
En el Evangelio de esta semana, Jesús está preparando a sus amigos para su partida, prometiéndoles el Espíritu Santo, quien los guiará a través de la inevitabilidad de la pérdida y la confusión. En los Hechos, escuchamos una historia de este Espíritu actuando en las decisiones concretas que enfrentaron los primeros misioneros. El Espíritu también le concede a Juan, el autor de Apocalipsis, una visión de una ciudad que ha sido restaurada y redimida por la gracia de Dios. En estos pasajes, el Espíritu es tanto una fuente de esperanza más allá de nuestra propia percepción como una ayuda para nuestras decisiones necesarias. Al igual que el ruego del salmo para que el rostro de Dios brille sobre nosotros, el Espíritu nos lleva a buscar y anhelar más.
PREGUNTAS Y SUEGERENCIAS PARA LA REFLEXIÓN
Lea Juan 14:23-29. ¿Qué más necesitamos esperar? ¿Qué dones necesitamos que el mundo no puede dar?
Lea Hechos 16:9-15. ¿A qué decisiones que debe tomar invita al Espíritu a ayudarle? ¿Cuándo ha llegado el Espíritu sin ser invitado a su proceso de toma de decisiones?
Lea Apocalipsis 21:10, 22–22:5. ¿Dónde ve a Dios trabajando para redimir o transformar su propia comunidad? ¿Dónde están abiertas las puertas, y dónde están cerradas?
Lea el Salmo 67. ¿Qué esperamos y por qué trabajamos en nombre de quienes no conocemos o amamos? ¿Qué debemos esperar y por qué debemos trabajar?
Responda publicando una oración.