Rhoda Manzo (Gombe State, Nigeria) | Leer Salmos 104:24-35
Al leer este salmo, me viene a la mente mi experiencia visitando Nyanga, Zimbabue. Hicimos una caminata hasta la montaña, y encontré una piedra en la cima donde me senté a contemplar el paisaje. ¡Era absolutamente majestuoso! Fue un hermoso espectáculo para admirar. Al igual que el salmista, recordé que...
Señor, gracias por crear todas las criaturas, grandes y pequeñas. Te alabamos por tu cuidado sustentador. Amén.
Las lecturas de esta semana hablan sobre la venida del Espíritu Santo prometido. En el Evangelio de Juan, Jesús promete enviar al Salvador, quien enseñará a los discípulos y les ayudará a mantenerse conectados con Cristo. El salmista alaba a Dios por cómo la creación es renovada a través del Espíritu. Pablo recuerda a los lectores que aquellos guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. En Hechos, los discípulos esperan el poder prometido que los ayudará a ser testigos efectivos. Reciben esa promesa cumplida en el día de Pentecostés, transformándolos de personas temerosas a personas llenas de fuego. A través de nuestra exploración del Espíritu Santo, aprendemos que este Defensor no es solo una idea o un recordatorio, sino una manifestación de la presencia de Dios que nos guiará en la verdad abogará por nosotros y nos dará paz.
• Lea Hechos 2:1-21. ¿Por qué fue importante el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés para la iglesia?
• Lea el Salmo 104:24-34, 35b. Al mirar el mundo natural que le rodea, ¿qué le dice acerca de Dios?
• Lea Romanos 8:14-17. ¿Qué seguridad nos da el Espíritu Santo?
• Lea Juan 14:8-17, 25-27. ¿Con qué frecuencia busca la ayuda del Espíritu Santo?
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