
Guía de estudio
2 DE JULIO: Peleas de colibríes 1. ¿En qué momento se percató que observar la naturaleza Más detalles
Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus
ofrendas en las alcancías del Templo. También vio a una viuda
pobre que echaba dos moneditas de muy poco valor. —Les
aseguro —dijo— que esta viuda... ha echado más que todos los demás.
— Lucas 21:1-3 (NVI)
Siempre he luchado con el perfeccionismo — la tendencia
a tener unas expectativas exageradas para mí y para los demás.
Me esfuerzo por seguir todas las reglas, obtener todas las respuestas
correctas en el examen y alcanzar sin problemas los objetivos
que me he fijado. Es vivir con mucha presión, pero creo
que muchos de nosotros llevamos este tipo de carga cuando se
trata de vivir nuestra fe cristiana.
Queremos agradar a Dios, seguir sus mandamientos, ser
perfectos ante Dios. Al pensar de esta manera nos centramos en
nuestra propia voluntad y olvidamos una de las afirmaciones
centrales más importantes de nuestra fe cristiana: «...cuando
todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos
5:8). Dios nos ama y nos llama dignos a pesar de nuestras imperfecciones.
El amor profundo e incondicional de Dios nos libera para
actuar con misericordia y compasión, permitiendo que el amor
de Dios se desborde por nuestro medio hacia un mundo herido.
En este número de El Aposento Alto, los escritores comparten
historias que revelan la importancia de ofrecer lo que tenemos
y confiar en que Dios multiplicará nuestros esfuerzos. En fin, no
se trata de lo que podemos aportar, sino de cómo Dios puede
usar lo que ofrecemos. Liberando nuestras
expectativas irracionales de perfección,
demos un paso adelante con fe y ofrezcamos
lo que tenemos para que el mundo pueda
experimentar el amor de Dios a través de
nosotros.
— Lindsay L. Gray
Directora editorial
The Upper Room