El poder en la comunidad

Porque al llevar esta ayuda a los hermanos, no solamente les
llevamos lo que les haga falta, sino que también
los movemos a dar muchas gracias a Dios.

— 2ª a los Corintios 9:12 (DHH)

     Cuando mi hija nació antes de tiempo, se trastocaron todas
mis expectativas sobre la maternidad y cómo sería la vida con
nuestra pequeñita. Durante más de un mes, mi esposo y yo nos
dirigimos a diario al hospital para sentarnos con nuestra pequeña
hija mientras los médicos y las enfermeras la atendían.
Entre los viajes al hospital, mi recuperación de una cirugía
mayor y el horario de trabajo de mi esposo, nuestros días estaban
ocupados, y preparar la comida era lo último que se nos
ocurría. Afortunadamente, la comunidad salió a nuestro rescate.
Amigos, familiares, colegas y hermanos de nuestra iglesia
se ocuparon de preparar y traernos las comidas durante más
de tres meses. Vieron nuestra necesidad y se hicieron cargo de
cuidarnos de una manera milagrosa. El regalo de ese cuidado es
algo que siempre recordaré y por lo que estoy agradecida.
   

La forma en que nuestra comunidad nos cuidó me demuestra
cómo el amor de Dios por nosotros se manifiesta cada día.
Por medio de la comunidad, Dios atiende nuestras necesidades
y nos ofrece aliento cuando surgen desafíos. En este número,
los escritores y escritoras nos desafían a prestar más atención
a las oportunidades de cuidar y alentar a quienes nos rodean.
Pero debemos estar muy atentos a estas oportunidades. No
necesitamos ser perfectos. No necesitamos ser capaces de satisfacer
cada necesidad que vemos, pero Dios, que está siempre
presente y consciente de nuestras necesidades, nos llama a
hacer lo que podamos. Como expresión de
nuestra gratitud a Dios, cuyo amor abundante
nos sostiene, ruego que cada uno de nosotros
responda a este llamado con una acción fiel y
amorosa.

— Lindsay Gray
Directora editorial
Th e Upper Room