Sra. Ruth Vilches (Región de Los Ríos, Chile)
Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. - Mateo 8:15 (RVR)
En casa de mi hija, se enfermaron los niños, y también los padres. Al observar a la más pequeña su hermanito, que ya se había recuperado, estaba preocupado porque a pesar de ser algo viral, no se aliviaba y se veía muy mal. Al acercarnos, le comenté que teníamos que orar por ella. ¡Cuánto gusto me dio ver su fe en acción! Tomó su mano inmediatamente y le pidió a Jesús que la sanara. Dijo: «Jesús, te pido que la sanes pronto, a ella y a mis papitos, para que también se recuperen. Te amamos, Señor. Bendice nuestras vidas cada día».
Así es como nos muestra el ejemplo de Jesús. En varias ocasiones los relatos bíblicos muestran como al solo deseo de una madre, un centurión romano, las hermanas de Lázaro, y otros, Jesús reconocía la fe del que le pide por sanidad. Esa acción inmediata es la que nos permite ser ejemplo para quienes reciben como testimonio de fe, el orar y dar gracias a Dios por lo que vamos a recibir. No siempre es visible en forma inmediata, pero sabemos que ya podemos descansar porque su mano empieza a obrar de forma inmediata, en el cuerpo y también en el alma del necesitado. Demos siempre gracias a Dios, por su cuidado y su sanidad en nosotros, reconociéndole como nuestro Médico Divino.
Cuidemos nuestro ejemplo de fe con los más pequeños.
Por la fe de los padres y sus hijos
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