Sra. Dhyani Macias (Durango, México)
Conozcamos al Señor; esforcémonos por conocerlo. - Oseas 6:3 (NVI)
A veces he escuchado a personas cuestionar si algo es la voluntad de Dios o no, si las decisiones que se pretenden tomar son agradables delante de Dios o no. No está mal preguntarle a otra persona o pedir apoyo en ello. Dios ha dado dones de sabiduría y discernimiento para edificarnos unos a otros. Sin embargo, cada uno debe cultivar su relación con Dios hasta llegar a conocerle íntimamente.
Conozco a mi esposo. Sé lo que le agrada y lo que no, la comida que le gusta, sus autores favoritos. Conozco su forma de pensar, sus anhelos, lo que apena su corazón, lo que le hace reír. Conozco a mi esposo porque me acerco a él. Si yo fuera distante, si no le escuchara, o le buscase cada día, viviría cuestionando si lo que hago le agrada o no, no sabría sus gustos o preocupaciones. Creo que lo conozco bien y, si en algo tengo duda, tengo la confianza en acercarme y preguntarle directamente. Sé que me ama y con sinceridad aclarará mis dudas.
Así es con mi Dios. Si no me acercara a Dios, si no escuchara sus palabras cada día, seguramente no reconocería su voz, no sabría si es Dios quien habla o no. No sabría lo que le agrada y lo que no, viviría cuestionando si lo que hago es agradable ante sus ojos y no sabría lo que Dios siente por mi. Sé que en lo que no estoy segura, puedo acercarme confiadamente y Dios responderá. Conozco su voluntad porque escucho su Palabra. Conozco su amor porque vivo entre sus brazos.
Conocer a Dios debe ser una prioridad.
Por quienes no conocen el amor de Dios
Responda pida su oración.