Sra. Trudy Rankin (Victoria, Australia)
Pero él contestó a uno de ellos: «Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti». - Mateo 20:13-14 (NVI)
Un día fui con mi abuelo al terreno de nuestra familia a recoger piedras. Recogimos miles de piedras del tamaño de mi puño y las cargamos en la parte trasera de una camioneta. Era trabajo duro y agotador. La próxima vez que mi abuelo mencionó recoger más piedras, sugerí que debería pagarme. A partir de entonces, me pagó una tarifa por cada hora de trabajo que hacía. Lo justo es justo.
La historia de Mateo 20 me pareció confusa e injusta. Pensé que a las personas que trabajaron todo el día se les debía pagar mucho más que a las que solo trabajaron una hora. Pude darme cuenta de que la historia trata sobre la justicia para los trabajadores a jornada completa y la misericordia para trabajadores a jornada parcial. A los trabajadores de jornada completa se les pagaba lo acordado. Tal vez los trabajadores a jornada parcial con salarios más bajos se hubiesen sentido angustiados, sin poder comprar alimentos.
La justicia y la misericordia son dos caras de una moneda, y esa moneda es el amor de Dios. Bien lo dice Miqueas 6:8: «¿Y qué es lo que espera de ti el Señor?: Practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente ante tu Dios».
Hoy trataré a los demás con justicia y misericordia.
Por cultivar la misericordia
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