Una fe viviente

Sabía que mi amiga estaba pasando por un momento difícil. Estaba sin trabajo y tenía tres hijos que alimentar. Pensé que algunos comestibles podrían aliviar su carga, así que fui al supermercado y compré varios artículos esenciales para ella y su familia. Cuando le entregué los comestibles, su mirada de sorpresa fue rápidamente reemplazada por una de gratitud. Mientras guardaba los artículos, dijo: «Sabes, prefiero recibir los comestibles en lugar de pensamientos y oraciones». Ese momento fue una lección maravillosa para mí.

Después de enterarme de la penuria de alguien, ¿prometo mantenerlos en mis pensamientos o incluirlos en mis oraciones? Sé las palabras correctas que decir pero, ¿actúo en ellas? Debemos orar por los necesitados, por supuesto, pero la gente también necesita ayuda tangible. Una caja de comestibles, llevar a una persona a una cita médica, una tarde de cuidado de niños para dar a los padres algo de descanso — estas son formas sencillas que pueden satisfacer una necesidad inmediata.

La cita bíblica de hoy nos recuerda: «...la fe sin obras está muerta». Cuando ponemos nuestra fe en acción, nuestra fe es viviente. ¿De qué manera podemos mostrar nuestra fe viviente a los necesitados? Aun el acto más pequeño de bondad puede marcar una gran diferencia.