Sra. Barbara Culley (Washington, EE. UU.)
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, ...quien nos consuela ... para que,...nosotros podamos consolar a todos los que sufren. - 2ª a los Corintios 1:3-4 (NVI)
Me quedé fuera de la habitación del hospital donde mi padre yacía moribundo. Mis lágrimas corrían por mis mejillas, las olas del dolor parecían que iban a ahogarme en un torrente de emociones. Mi corazón clamó a Dios en ese momento brutal: «¡Por favor, Dios, por favor! Ayuda a mi papá. ¡Por favor, ayúdame a mí!».
A pesar de mis lágrimas, pude sentir el calor de la presencia de Dios. Respondió a mi oración desesperada y me dio la paz que necesitaba para volver al lado de mi padre. Unos días después, mi papá falleció pero Dios siguió consolándome con la seguridad de que mi padre estaba con Jesús y que el dolor de papá había desaparecido.
Ahora, Dios me ayuda a acercarme con compasión cuando hablo con amigos que están sufriendo pérdidas. Oro por ellos, pido a Dios que les brinde el consuelo que me dio a mí. Hablo de la bondad de Dios que alivia a los quebrantados de corazón y comparto la Escritura que habla del amor y del cuidado de Dios para los que sufren. Cuando no hay palabras que decir, simplemente acompaño a quienes están sufriendo. Dios puede brindar bondad en momentos dolorosos enseñándonos a consolar a otros.
Dios me consuela en momentos dolorosos para que yo pueda consolar a los demás.
Por alguien que necesita consuelo
Responda pida su oración.