Sr. John Alter (Florida, EE. UU.)
Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio. - Mateo 6:6 (DHH)
Pasados ocho meses desde que perdí el empleo, acepté con resignación un puesto a unos 2,300 kilómetros de distancia de mi familia. Había pasado nueve meses apartado de ella y tener trabajo ya no me parecía un logro, sino una frustración. Estar tan lejos comenzó a afectarme. Me sentía aislado en el pequeño pueblo donde trabajaba, y miraba mucha televisión.
Una noche sentí un gran desánimo. No podía hallar una solución que me permitiera recuperar la vida familiar normal. En ese preciso momento, un predicador que había estado mirando por la televisión habló sobre humillarse ante el Señor a través de la oración. Cuando invitó a los televidentes a arrodillarse ante Dios y orar por solución a sus problemas, caí de rodillas frente a la pantalla y pedí al Señor que me guiase hacia una solución. Confesé que no podía encontrarla solo; necesitaba la ayuda del Señor.
Tres meses después apareció un puesto disponible en el pueblo en el que estaba mi familia y lo conseguí. Volvimos a reunirnos. A pesar de que, a lo largo de la vida, seguramente enfrentaremos una variedad de situaciones, he aprendido que la mejor y única solución es la oración humilde.
La oración sincera es la mejor solución para mis problemas.
por familias que anhelan volver a reunirse
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