Sra. Lillian Saldaña Campos (La Habana, Cuba)
Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. - Habacuc 3:19 (RVR)
Me sentía un poco afligida por algunas situaciones que estaban ocurriendo a mi alrededor. Entonces decidí caminar un poco. Tuve la oportunidad de subir una loma empinada próxima a la ciudad donde nací. Allí contemplé por unos minutos la inmensidad y la belleza de este paisaje natural, la llanura de sus valles y el cielo infinito. Algunas aves se veían volando por encima de esta elevación y la brisa despeinaba mis cabellos. Mirar desde ese nivel de altura y sus alrededores me hizo pensar que Dios me ve desde las alturas. Y que, en Cristo, el Señor comparte conmigo sus alturas.
El texto citado me hace recordar que en cualquier circunstancia en la cual yo me encuentre o en cualquier momento que me corresponda vivir —ya sea de miedo, aflicción, tristeza, inseguridad e incertidumbre o felicidad— es posible atravesarlo con mi Dios que me ama desde la altura. Decir que Dios es mi fortaleza implica que Dios es mi apoyo y mi sustento siempre, que puedo confiar en su Palabra y su promesa según el Salmo 46:1: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones».
Dios me da la destreza para enfrentar las dificultades y salir victoriosa de ellas. He comprendido que caminar por las alturas en su presencia significa poder superar todas las situaciones difíciles, porque Dios es mi fortaleza. Tengo fe en su Palabra y su promesa de que siempre estará a mi lado.
Dios es mi fortaleza en todo tiempo.
por las personas afligidas
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