El milagro de la semilla

Cuando viajaba por el norte de México, descubrí que es habitual ver largas ristras de pimientos chile colgando de paredes y portones para que se sequen. Se trata de una tradición antigua que ayuda a preservar estos pimientos de color rojo intenso hasta que se los utiliza. Hoy en día, en algunos lugares del desierto del sudoeste de los EE. UU. utilizan estas ristras coloridas para decorar las fachadas.

Un día de primavera, una ristra muy vieja que colgaba en mi entrada comenzó a secarse y cayó. Las semillas, pequeñitas y delgadas como un papel, se desparramaron por todo el lugar. La mayoría voló con el viento o cayó entre las piedras pero algunas aterrizaron en mi jardín. Gracias a la tierra buena y el riego adecuado, pronto las semillas —viejas y secas— germinaron en plantas nuevas. Rápidamente, las semillas que parecían estar muertas volvieron a la vida en el suelo fértil. Estas plantas crecieron y produjeron muchos pimientos e incontables semillas. ¡Vaya, milagro!

Tal como las semillas en el suelo fértil, solo hacen falta algunos creyentes fieles que comparten la palabra de Dios para llegar a la gente que está receptiva al mensaje de amor de Jesús. Y si ofrecemos el aliento necesario, vamos a nutrir nuevas comunidades de fe.