Sr. Eric A. Hernández López (Arecibo, Puerto Rico)
Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros. - Efesios 3:20 (DHH)
Justo cuando mi hija mayor cumplía su primer año, mi esposa y yo perdimos nuestro segundo embarazo. Aunque perder un embarazo es doloroso en cualquier etapa, nuestro bebé tenía casi veinte semanas de gestación. Fue una experiencia tan inesperada y dolorosa que mi esposa y yo experimentamos un profundo duelo. Gracias a la ayuda de nuestra familia, iglesia y amistades, pudimos sanar. Los recuerdos todavía llegan a nuestras mentes junto con ideas de lo que pudo ser. Estoy seguro que nunca olvidaremos a nuestro bebé y que algún día lo veremos nuevamente.
Luego de varios años, Dios nos ha bendecido con el nacimiento de un hermoso hijo. Su llegada no borra los recuerdos de aquella pérdida, pero de alguna forma completa la obra de sanidad divina en nosotros. Durante estos años no tenía muchas esperanzas de que pudiéramos volver a concebir. Lo veía como un sueño que nunca alcanzaríamos, aunque varias personas en nuestra iglesia nos invitaban a creer que el milagro era posible.
Aunque no siempre Dios nos contesta las peticiones como deseamos, en esta ocasión Dios nos sorprendió. Mis esperanzas han sanado y mi fe se ha renovado. Hemos recibido un nuevo regalo de Dios.
Dios no se ha olvidado de mí y quiere sorprenderme.
Por quienes han perdido un embarazo
Responda pida su oración.