Sr. Ken Claar (Idaho, EE. UU.)
Le digo a Dios, mi defensor: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar triste y oprimido por mis enemigos?». - Salmo 42:9 (DHH)
La semana antes de la Navidad estaba de mal humor. «¡Qué tontería, Dios! Estoy alejado de mi familia, así que me sentaré aquí solo de nuevo y prepararé mi cena. Al menos espero que tú me acompañes».
Entonces el jueves, mi amigo Wally me llevó al centro de ancianos para una cena navideña maravillosa. El domingo, mis amigos George y Jan me llevaron al servicio navideño de nuestra iglesia. Luego, salí a almorzar con varios amigos, y George y Jan me llevaron de nuevo al servicio verspertino. ¡Fue un día hermoso! Por la tarde, mi amigo Larry me trajo una cena navideña maravillosa. Más tarde ese día, Wally me envió una maravillosa comida casera. También recibí varias llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos deseándome una Feliz Navidad.
Al final de un día espectacular, pensé: «¡Dios nos escucha aun cuando nos quejamos!» y oré: «Perdóname, Señor, por olvidar el magnífico regalo que nos diste en Navidad».
El amor de Dios nos bendice más allá de nuestra comprensión, enviando a otras personas para sostenernos cuando nos sentimos perdidos y solos. Envueltos en los brazos de Dios, nunca somos olvidados.
Aun cuando me alejo de Dios, Dios se acerca a mí.
Por quienes se sienten olvidados
Responda pida su oración.