Sra. Clare Kirkwood (Nueva York, EE. UU.)
«¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!». - Lucas 2:14 (RVR)
Ya era de noche y mi espíritu y mis párpados no aguantaban. Me sentía agotada debido al ajetreo de los preparativos navideños. Anticipaba el servicio de Nochebuena en mi iglesia. Sin embargo, el día oscuro de invierno con un frío bastante fuerte me hizo querer quedarme en casa envuelta en una frasada. Antes de perder la motivación y continuar con mi desánimo, decidí salir temprano a la iglesia.
Ya en la iglesia, ayudé a poner la mesa para la hora de la recepción. Me preguntaba si la asistencia sería baja debido al frío y las tareas navideñas. La iglesia estaba vacía y me senté en la primera banca. Me sentía satisfecha por haber logrado llegar al servicio vespertino a pesar de mi cansancio.
El asombro y la alegría me invadieron cuando el primer himno resonó con alabanza entusiasta para nuestro Salvador. Me volteé y vi la iglesia llena de gente — familias, visitantes y amigos. ¡Mi espíritu se elevó con todo lo que vi y oí! Todos estábamos reunidos para celebrar el misterio del niño Jesús. Mientras nos uníamos en alabanza, celebración y comunión, nuestro Señor y Salvador renovó nuestros espíritus.
Cuando soy débil, el Señor es fuerte.
Por voluntarios de la iglesia
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