Sra. Nell Noonan (Misisipi, EE. UU.)
Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. - Lucas 2:11 (DHH)
Mis dos nietas pequeñas llegaron tres días antes de Navidad para celebrar la festividad en mi casa. En el comedor había colocada una escena del nacimiento de décadas, excepto que dejé el pesebre vacío. La ausencia del niño Jesús preocupó mucho a mi nieta de cuatro años. De inmediato preguntó: «¿Dónde está el bebé?». Le dije que llegaría el día de Navidad, pero no se consoló.
Los siguientes tres días pasó junto al pesebre varias veces y comentó: «No hay bebé». Finalmente, tomó el asunto en sus propias manos y colocó la figura más pequeña del juego de mis muñecas rusas en el pesebre. Le dije que no era el niño Jesús y me respondió: «Lo sé», y se fue contenta. En la víspera de Navidad, después de que mi nieta se fue a dormir, cambié la muñeca por el niño Jesús.
Temprano por la mañana mientras tomaba café en la cocina, escuché a mi nieta gritar una y otra vez: «¡Está aquí! ¡El niño Jesús está aquí!». Corrió por la casa para despertar a su familia con la «...buena noticia...de gran alegría...». No prestó atención a su calcetín navideño con los regalos de Papá Noel. Su reacción eufórica me ayudó a experimentar de nuevo las buenas nuevas de la llegada del niño Jesús. ¡De hecho, Él está aquí! ¡El niño Jesús está aquí!
Hoy y cada día puedo experimentar de nuevo la alegría de encontrar a Jesús.
Por quien encarna la alegría de la Navidad
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