Semillas que sembramos

Un domingo, bajo la dirección de la líder laico juvenil de la iglesia, los niños presentaron una escena de un viejo programa de televisión. La moraleja de la lección era que cada uno de nosotros tiene una misión de Dios que cumplir. Todavía pienso en esa lección todos los días. Desde entonces, siempre le pregunto a Dios: «¿Cuál es mi misión hoy?». Luego escribo mi lista diaria de tareas, que usualmente incluye tareas y quehaceres cotidianos. Pero cada vez cuando me siento inspirada agrego algo más como: enviar una nota a un amigo, llamar a alguien que no puede salir de casa o realizar una tarea fuera de mi zona de comodidad.

Un día, le mencioné al líder juvenil cuánto había significado para mí esa lección y ella respondió: «No recuerdo eso en absoluto». Sin embargo, he descubierto que a menudo sembramos semillas de palabras amables o buenas acciones que pronto olvidamos. Pueden no ser apreciadas, pero a veces aterrizan donde hacen el bien. Así que, prometí seguir haciendo la lista y verificarla con la esperanza de que algunas acciones o palabras inspiradas por Dios caigan en buena tierra, exactamente donde necesitan estar.