Sr. Thomas Davis (Ontario, Canadá)
Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! - Salmo 139:9-10 (NVI)
Puede ser una sensación aterradora desorientarse y darse cuenta de que uno está perdido. Cuando era adolescente en el campamento de jóvenes exploradores, los líderes nos recordaban que si nos perdíamos en la oscuridad, debíamos caminar hacia la luz de la fogata.
Perderse puede pasarle a cualquiera, no solo físicamente, sino también mental, emocional y espiritualmente. En tales circunstancias es bueno tener a alguien en quien apoyarse, un amigo que nos acompañe, un guía que ayude a navegar el terreno desconocido por el que estamos pasando.
El Salmo 46:1 dice: «Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestra segura ayuda en momentos de angustia». Dios no nos abandonará. Sabe dónde estamos, lo que necesitamos y cómo ayudarnos en nuestra angustia. Si estamos abrumados, podemos mirar a Jesús, la luz del mundo, y pedir la guía de Dios.
No importa mis circunstancias, Dios siempre está cerca.
Por quienes se sienten alejados de Dios
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