Guardaré la palabra de Dios para que me ayude en los momentos de sequía espiritual.
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Nuestra actitud y punto de vista determinan no sólo lo que vemos, sino cómo nos ven.
Cuando estamos perplejos, la oración y la reflexión en silencio ofrecen claridad.
El mismo Dios que toma una oruga y la convierte en mariposa, transforma a quienes pecan en santos.
En el jardín de invierno, recoge las bendiciones y planta las semillas de la esperanza.
Cuando el camino es incierto, seguimos a quienes nos han precedido y confiamos en que Dios va con nosotros.
Cada nuevo día es una oportunidad para llegar a ser más plenamente lo que Dios nos hizo ser.
«Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, como es justo, porque su fe se acrecienta cada vez más, y en cada uno de ustedes sigue abundando el amor hacia los otros». 2 Tesalonicenses 1:3 (NVI)