«Me mantendré en mi guardia, me ubicaré sobre la muralla; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi queja». Habacuc 2:1 (NVI)
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Cuidar el cuerpo, la mente y el espíritu cada día nos fortalecerá para los momentos precarios de la vida.
Cuando cuidamos la tierra que se nos ha confiado, honramos a Dios y la tierra nos sostiene.
La voz de cada criatura, por insignificante que parezca, forma parte del coro de la vida.
No podemos entender la experiencia de otra persona hasta que la miramos a los ojos y escuchamos su historia con el corazón y la mente abiertos.
Oh Dios, danos paciencia para aprender a subir la colina que tenemos delante antes de aspirar a la cima de la montaña en la distancia.
Cuando somos personas bondadosas, honramos la luz de Dios en la otra persona.