Como un alfarero, Dios moldea y da forma a nuestras vidas, guiándonos para convertirnos en las personas que estamos llamados a ser.
Últimas imágenes
Construimos muros para protegernos y, sin embargo, es el abrazo amoroso de Dios nuestra verdadera defensa.
«¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob! ¡Qué bello es tu campamento, Israel! Son como arroyos que se ensanchan, como jardines a la orilla del río, como áloes plantados por el Señor, como cedros junto a las aguas»(Números 24:5-6, NVI).
Sabiendo que podría caer, ayúdame, Señor, a arriesgarme por el bien de tu Reino.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento (Salmo 139:2, NVI).
En los días en que apenas tengamos la energía para abrir los ojos, llénanos con tu fuerza, oh Dios.
«Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo» (Salmo, 46:4, NVI).
A través de la gracia de Dios, los finales revelan su propia belleza particular.
«Como un águila que agita el nido y revolotea sobre sus polluelos, que despliega su plumaje y los lleva sobre sus alas» (Deuteronomio 32:11, NVI).
Que Dios nos guíe para encontrar alternativas sostenibles en un mundo lleno de gente.