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Muchas experiencias enriquecedoras y que cambian la vida comienzan detrás de las puertas de nuestros lugares de culto. Que esas experiencias den forma a nuestras acciones cuando salimos al mundo.
«Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros». Efesios 3:20 (DHH)
Cuando estamos agobiados por el dolor, Cristo se sienta con nosotros en nuestra pena.
Cada flor florece en su estación, y cada persona está llamada por Dios a un servicio único en el mundo.
Las promesas que nos hacemos mutuamente son el reflejo de la alianza de amor de Dios con nosotros.
Dios se interpone como un baluarte entre nosotros y lo desconocido, pero nos llama a experimentar lo que hay más allá.
Cuando el camino que tenemos a la vista es incierto, Jesús nos guiará a través de él.
«En paz me acuesto y me duermo ,porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado». Salmo 4:8 (NVI)