«Que el adorno de ustedes no consista en cosas externas, como peinados exagerados, joyas de oro o vestidos lujosos, 4 sino en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo. Esta belleza vale mucho delante de Dios». 1ª de Pedro 3:3-4 (DHH)
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Podemos contar con Dios para ayudarnos a adaptarnos cuando lo necesitamos.
A veces con una suave brisa, a veces con una tormenta poderosa, el Espíritu Santo nos envía fortaleza.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo.(1ª de Crónicas 29:11, DHH)
¡Que griten de alegría los árboles del bosque delante del Señor, que viene a gobernar la tierra!( 1ª de Crónicas 16:33, DHH)
Cuando somos fieles a nosotros mismos, la imagen de Dios realmente puede brillar a través de nosotros.
Oh Dios, abre mis ojos a la belleza de lugares y personas que generalmente paso por alto.
Cuando tenemos al Señor en nuestro corazón, el trabajo no es una tarea sino un don que podemos abrazar.
Mientras más miramos, de cerca, más detalles complejos de la obra de Dios veremos.